Con el inicio de un nuevo año, comienzo una nueva aventura. La experiencia me ha demostrado que la vida es cambio, que lo importante no es la meta sino el camino y lo que somos capaces de aprender. En el camino de la vida, he aprendido muchas cosas que me han abierto nuevos y amplios horizontes en los que puedo desarrollar, todos mis recursos y mi experiencia.
A veces pienso que la vida es un viaje de ida y vuelta, o por lo menos ese es mi caso. Regreso al punto de partida de un proyecto que se gesto hace más de seis años, que me ha dado muchos quebraderos de cabeza y sinsabores pero también muchas alegrías.
Como muchos ilicitanos de adopción, mi familia llego a la “Ciudad de las Palmeras” en los años 60, cuando el incipiente turismo de sol y playa ofrecía una posibilidad de desarrollo económico. Mi padre como buen emprendedor, vio la oportunidad y ni corto ni perezoso traslado a su familia de la "Villa y Corte" a la “Ciudad del Misteri, la Dama y las Palmeras”. En aquellos tiempos Elche era un pueblo industrial y zapatero, a mis ojos muy poco atractivo. La hermosa ciudad en la que ahora vivo, no tiene nada que ver con aquel pueblo provinciano de mi infancia y adolescencia. Han tenido que pasar muchos años, y he tenido que dar muchas vueltas por el mundo para reconciliarme con Elche, y su paisaje de palmeras que me ha enseñado a seguir las huellas del pasado.
Mi fascinación por el Palmeral, al-Ándalus y los oasis, comienza de manera anecdótica, una calurosa tarde de agosto mientras veía los desfiles de Moros y Cristianos. Algo tan familiar, me pareció una puesta en escena hollywoodiense y en mi mente de productora se ilumino una bombilla. ¿Qué significado tienen estas fiestas tan arraigadas en nuestra geografía? Los Moros y Cristianos, me abrieron una puerta a ocho siglos de nuestra historia, al – Ándalus, ocho siglos que en mi ignorancia quedaban reducidos a una imagen estereotipada, El Cid interpretado por un atractivo Charlton Heston luchando contra los infieles. Lamentable ocho siglos de historia, tan presentes en nuestra vida cotidiana y en el paisaje, se pierden en una nebulosa de tópicos. Sólo tenía que mirar a mí alrededor para comprender que el legado de al-Ándalus estaba delante de mis narices, El Palmeral.
¿Cómo es posible que no nos identifiquemos con un legado que transformo el paisaje, introdujo el regadío y revoluciono la agricultura para crear riqueza? ¿Por qué no sentimos como propio el esplendor de al-Ándalus, puente al Renacimiento Europeo? ¿Por qué el Palmeral, el único oasis declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, queda reducido al exotismo del paisaje? Las preguntas se fueron sucediendo y la necesidad de encontrar respuestas se convirtió en una tarea fascinante.
Soy peliculera por vocación y profesión, me gusta contar historias. Si quería romper estereotipos, tenía que empezar por lo más cercano y en el medio que conozco mejor y así nació “Elche, la cultura del agua”, el embrión de La Cultura del Oasis.
No cabe duda que turismo y cultura son un binomio que funciona. El Palmeral reúne todas las condiciones para convertirse en un destino turístico de primer orden, sin embargo su potencial queda limitado por una confusión y falta de claridad conceptual con respecto los elementos inherentes al Palmeral y su mundo. La visión del “bosque de palmeras” es impactante y en nuestra retina queda impreso el exotismo del paisaje. Una visión que limita el autentico valor de un paisaje excepcional, que nos sorprende continuamente por la cantidad de información que transmite.
La falta de información o mejor dicho la desinformación, perpetuán los estereotipos. Existe una brecha entre investigadores y comunicadores que dificulta la transmisión de conocimiento. Hoy lo que podemos y debemos hacer es compartir el conocimiento, el conocimiento no compartido pierde todo su valor y capacidad dinamizadora, investigadores y comunicadores tenemos la responsabilidad de colaborar con el objetivo común de alcanzar benéficos colectivos, una oportunidad para debatir, divulgar el patrimonio cultural y consensuar prioridades. Pero además los comunicadores, tenemos que hacer un esfuerzo para conectar el discurso científico con la realidad de las personas, de manera que se puedan diseñar estrategias de turismo cultural coherentes con los valores patrimoniales de los destinos y con las necesidades de la sociedad del siglo XXI.
Las motivaciones de los viajeros del siglo XXI, se han diversificado, conocimiento, identidad y diversión constituyen los ejes centrales. Son turistas activos que demandan productos más elaborados, experiencias que les permitan acercarse más al destino a su paisaje, a su gente y los conecte con el pasado, con la historia.
En los últimos años he aprendido a conocer el Palmeral en toda su complejidad, ha observar y leer en el paisaje las huellas del pasado, pero también he tenido bajar al terreno de lo concreto y ser turista en mi propia ciudad, para diseñar un proyecto en el que el producto turístico se sustenta en la difusión de conocimiento, para así crear un espacio donde el viajero, se convierte en actor activo de una experiencia que le transporta a otros tiempos, a otros lugares y le abre la puerta a la magia del oasis, que no es otra que la magia de la vida.
Os invito a acompañarme en esta aventura y descubrir el oasis.
Gracias por invitarme y ... claro que te acompaño encantada en esta aventura !!!
ResponderEliminarUn beso,
Gracias Rus, nunca me fallas
EliminarMercedes Hagas lo que hagas lo harás bien. Animo en la nueva andadura.
ResponderEliminarGracias Sol, tu tienes mucho que ver con este proyecto
EliminarMercedes, me ha pasado este blog Pere, al que conociste este fin de semana pasado en Biar. Vamos a organizar algo contigo, soy un paisajista apasionado de Al-andalus y los jardines, por supuesto del palmeral y su poder como elemento en el paisaje. Será un grato placer charlar contigo y que nos descubras los secretos de este legado único. un saludo. montxo
ResponderEliminarGracias Montxo, sera un placer enseñaros el Palmeral y descubrir sus secretos, estamos en contacto. Un abrazo Mercedes
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